lunes, 9 de julio de 2012

El bien y el mal


Cuando trabajaba como lobbista en Bruselas me empeñaba en decir que nada era blanco o negro, que todo era gris. ¿Cómo sino iba a justificar mi trabajo?

Con el tiempo he llegado a la conclusión de que el gris no existe. Como decía el profesor Pizarroso “no hay gente de centro, solo de derechas o de izquierdas”, porque, efectivamente, si alguien se tiene que definir de izquierdas o derechas en un gradiente del 1 al 10 el 5 siempre es derechas y el 6 izquierdas.
Así que ahora soy más radical. El que calla otorga. El que no denuncia es culpable. El que no actúa forma parte del problema. Lo que está mal está mal y no hay matices.

Pero tan radical soy en mi lectura del bien y del mal como en la de nuestra capacidad para eludir el mal y solo hacer el bien. Coexistimos con ambos valores y aceptamos cosas que están mal porque no somos capaces de hacer otra cosa.

¿Porque no somos capaces de evitar el mal? Pues muchas veces porque hay demasiado y nos diluiríamos en la lucha. Otras porque estamos cansados, porque aceptamos que forma parte del juego, porque no somos capaces de identificarlo.

Esto tan abstracto es impactante en lo concreto. Os pongo un ejemplo. Muchas ONGs se niegan a trabajar con petroleras, a aceptar su dinero sucio de sangre y espolio. Sin embargo, todas ellas usan la gasolina en algún momento. Es inevitable. ¿o no?

Llevado a la cotidianeidad también es rompedor. Pensad en algo que os destrozaría que os hicieran, algo que consideráis que es malo, como por ejemplo engañar. Pero seguro que alguna vez habéis engañado a alguien.

En ambos caso, el general y el específico, el mal es menos malo cuando lo hace uno. Las ONGs consideran legítimo usar el coche, porque ellas lo hace, pero no legítimo cerrar acuerdo con las petroleras porque ellas no lo hacen. El que engaña siempre considera que los atenuantes de su engaño lo justifican, pero cuando se vive un engaño el dolor no remite porque existan atenuantes.

Entre estos dos ejemplos podéis empezar a meter lo que os plazca, el político corrupto, el taxista que os tima, el presidente que permite un Guantánamo, el que abusa del poder.

¿Solución? Pues a mi se me ocurre un camino que es empezar por uno mismo y ser lo mas coherente posible después. Todo pasa obviamente por dedicarle tiempo a pensar. Pensar antes de hacer, pensar cuando se hace y pensar después. No pensar con la cabeza, pensar con el corazón. Ponerse en la piel de la persona a la que dañamos, ponerse en la piel del indio expoliado sin tierras, ponerse en la piel del que no tiene para que nosotros tengamos, buscar alternativas que sean buenas y disfrutar de ellas para vivir mejor. Porque amigos, se vive mucho mejor, haciendo el bien que el mal.

Les dejo con el lema de mi casa, que a mí me ayuda a seguir avanzando por el camino que quiero: bondad, alegría y amor. Que lo disfruten también.

1 comentario:

Desde mis coordenadas dijo...

Hola,
Enhorabuena en primer lugar por el propósito de tu blog.
Yo soy un apasionado lector de blogs(de los que tienen contenido reflexivo).Me he detenido porque tu publicación sobre el bien y el mal es uno de los debates antropológicos por excelencia desde los orígenes.
Veo que has ejemplificado con un poco de crítica hacia algunas ONGs,que son una referencia actual de moralidad.Casi es inevitable referirse de algún modo a ellas ¿verdad?
Pues yo también voy reflexionando siempre que puedo sobre moral,humanidad,solidaridad...
Te voy a dejar si te parece dos enlaces a dos entradas relacionadas con los temas que has abordado en ésta:

http://diegomsica.blogspot.com.es/2008/11/intencin-y-conciencia.html

http://diegomsica.blogspot.com.es/2012/07/misioneros-por-el-mundo.html

Saludos