Tras una semana de silencio, he me aquí de nuevo, poco inspirada todo hay que decirlo, pero presente al fin de al cabo.
La semana pasada fue muy intensa a nivel personal y significó el augurio de una serie de cambios, que por el momento me asustan, pero sin duda serán positivos, como todo lo que me ha pasado hasta ahora en mi vida.
Este fin de semana logré por fin reencontrarme conmigo misma, y de nuevo, me enfrenté a una enorme pila de periódicos de semanas anteriores pendientes de ser leídos. Os preguntareis que interés tiene leer prensa atrasada carente de valor informativo. Pues en general lo que me interesa son los artículos de opinión. La información diaria la puedo seguir a través de la televisión, pero los artículos de opinión me dan una idea de las tendencias de los líderes de opinión. Es por esto que principalmente leo El País porque tiene participaciones muy interesantes de varios colores políticos.
Pero curiosamente hoy no quiero comentar ninguno de los artículos que me han llamado la atención este fin de semana. Lo que me ha empujado a escribir es el tema que se traen entre micrófonos Pepe Blanco y Esperanza Aguirre.
Parece que nuestros dos grandes partidos no se han enterado todavía de que las reglas de la comunicación política han cambiado, y prueba de ello es lo que ha sucedido en USA con el triunfo de Obama o aquí a menor escala con el triunfo de Rosa Diez (incluso rizando el rizo, la victoria de ZP con su cambio tranquilo). Me da la impresión de que la sociedad está muy preocupada por la crisis y muy cansada y buscan cordialidad, simpatía, efectividad, claridad y cambio, sobre todo cambio, busca conceptos nuevos que lleven consigo esperanza y rectitud. Vuelven los tiempos para los políticos de verdad, naturalmente brillantes, valientes, sacrificados y trabajadores que representen la luz al final del túnel. Por el momento esto no se encuentra en nuestro elenco nacional. Lo que más se le acerca es nuestra querida Rosa (es valiente, sacrificada y trabajadora, algo brillante pero le falta ese toque de novedad para ser perfecta).
Dicho esto vuelvo al origen de mi reflexión, la pugna por la atención tan mal gestionada por Pepe Blanco y Esperanza Aguirre. Cierto es que Esperanza es un crack de la comunicación y en ningún momento a puesto freno al torbellino de informativo que se estaba creando entorno a su tremenda experiencia en Bombay. Sin embargo no creo que fuera necesario parar el chorro informativo del modo en que Pepe lo ha hecho.
Está claro que hay muchas otras razones para que el Gobierno aliente el debate en este sentido. Sin ir más lejos la mala gestión de la evacuación de los turistas españoles que se encontraban en Bangkok por poner un ejemplo (lo de los vuelos de Guantánamo anda por ahí arreciando también). Pero hay formas mucho más elegantes de generar debate y parar los pies a Esperanza. Podían haber utilizado a los diferentes empresarios y políticos que también estuvieron implicados en los atentados de Bombay y haber buscado alguna historia espeluznante que vendiera bien. Además el Gobierno debería haberse erigido como principal fuente de información y en principal salvador. ¿ZP no se lleva tan bien con Sarkosi?… ¡pues que aprenda a comunicar de él!
Insisto, las reglas de la comunicación política están cambiando, y el que primero lo acepte, que abra los ojos, ganará la confianza del pueblo y las próximas elecciones. Vaya tres añitos nos esperan, je, je, je.
martes, 2 de diciembre de 2008
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