domingo, 17 de septiembre de 2017

La certeza de estar donde debo


Me resulta muy difícil tener certezas. Eso no quiere decir que tenga un pensamiento voluble. Combino la incertidumbre con firmeza en valores sin lo que no sería capaz de vivir en paz conmigo misma.

Pero desde hace unos meses tengo una certeza, la de estar por primera vez en vida donde tengo que estar, haciendo lo que debo hacer. Las que me conocen dirán que yo siempre estoy bien donde estoy. Es cierto. Soy una persona optimista y apasionada, siempre. Pero nunca antes de ahora había tenido la certeza de que mi trabajo es adecuado e imprescindible. 

Lo que está sucediendo con los movimientos de las personas en el mundo es un horror. La falta de libertad de movilidad humana siempre me ha causado mucho estupor y no la puedo entender, teniendo en cuenta que yo he pasado mi vida movimiéndome. Siempre me costó entender que no se pudiera ir a EEUU libremente por ejemplo. Ahora no puedo entender que no dejen moverse libremente a millones de personas solo porque nacieron en el sitio equivocado. 

Todos los días recibo noticias de cosas relativas a la inmigración que están sucediendo en el mundo. Y tengo el alma partida. Es todo un sin sentido que no tiene ninguna explicación. Si lo piensan es absurdo que el derecho a la libertad de movimiento esté limitado por tu nacionalidad, extrapolen a por tu sexo, por tu color de piel, incluso por la provincia en la que naciste. Pero la demagogia sobre el tema es tal que los que entendemos que es absurdo nos vemos intentando justificar ¡¡por qué la libertad de movimiento es un derecho!!! 

No puedo de verdad. A veces tengo que pararme y respirar muy hondo y recordar que yo sólo sé cambiar las cosas con amor y optimismo porque lo que me apetece es gritar y pegar y poner velas a la virgen para que caiga el meteorito que nos permitirá resetear el mundo otra vez.

Y en todo este marco siento sobre mis hombros el peso de la responsabilidad de sacar a mi organización a flote, contra viento y marea, contra todo tipo de presiones, contra todo tipo de rechazos. Somos molestos, somos únicos, somos raros. Y defendemos lo que nadie quiere defender, el derecho que tenemos todas a movernos libremente. 

A veces tengo ganas de dejarlo todo e irme a Tailandia con mis hijos y su padre a esperar tranquilamente a que impacte el meteorito. Luego pienso que para eso siempre hay tiempo. Así que por el momento me quedo aquí porque además, tengo la certeza de que es donde debo estar.



No hay comentarios: