A veces miro a mis hijos y me da vértigo lo rápido que están creciendo, dentro de poco ya no tendré bebé, tendré dos niños pequeños, y seguro que en un abrir y cerrar de ojos serán adolescente. La vida cuando la vives a conciencia, con alegría y convencimiento, es como arena que se escurre entre los dedos.
Llevo varias semanas diciéndome que tengo que escribir pero nunca encuentro el momento... quizás porque la entrada que tengo pendiente es demasiado ambiciosa, demasiado complicada y profunda: "A vida o muerte" se titula, y pretende hablar sobre como la vida viene y va, haciendo hincapié que en que la vida misma es "a vida o muerte". Es una entrada dedicada al pasado (Muriel) y al futuro (mis hijos y las niñas de Chantal, las sobrinas de Muriel). Pero me imagino que al final nunca conseguiré encontrar la fuerza y el tiempo para escribirla.
Por si acaso, dejo aquí este otro pensamiento, caído en la arena del verano, para que conste en algún sitio, aunque sea de un modo un tanto fugaz e inconsistente como el de la lágrima de Peret...
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