El martes pasado me reencontré con la prensa. Todo gracias a mi tan admirado Enrique Gil Calvo, columnista del País además de profesor de sociología de la complutense. Enrique firmaba uno de esos artículos de opinión en os que explica con mucha clardad algo aparentemente complejo que por otro lado resulta no serlo tanto.
En esta ocasión hablaba de la crisis de las “deudas públicas” lo que sería la segunda ronda de la crisis global que estamos viviendo: “La revancha de los mercados”.
Lo que más me llamó la atención del artículo fue la conclusión, demoledora, “Pero si todo esto es tan evidente, ¿cómo es que nadie cuestiona semejante estado de cosas, aceptándolo con fatalismo?”
Que vivimos en unos tiempos de aborregamiento generalizado no es una novedad. La falta de cultura con lleva una falta de interés por el saber que promueve el desarrollo de una sociedad borreguil. Enrique añade a la situación corriente la influencia de de la histeria mediática creada por un tratamiento inadecuado de la información en los medios y que lleva al contagio del pánico de un modo gregario creando un “herd effect” (efecto rebaño).
Y es que vivimos en una época en que gran parte de la población de nuestro mundo desarrollado, vive sometida bajo el yugo de la desinformación informada, es decir que creen estar informados pero en realidad no lo están. En ese mismo diario ese mismo día un llamativo artículo de Bernard-Henri Levy sobre el tema de Gaza e Israel. Leyendo a Levy una se da cuenta de que no existe esa verdad absoluta que a todos nos gusta cree para poder desentendernos y escudarnos tras una convicción.
De nuevo amigos el tema recurrente de la información y la verdad y de qué hacer con nosotros mismos en estos mismos momentos. Yo por mi parte voy a invitar a Enrique Gil Calvo a unas conferencias que estamos organizando en noviembre en la Coruña, a ver si viene y así le conozco. Y por lo demás seguirme leyendo muchos artículos de opinión para así ir forjando lentamente la mía, con cuidado y sin mucha convicción.
Por cierto que comentaba S.Jobs el otro día “no quiero una nación de bloggeros”. He buscado el artículo donde lo leí pero solo he encontrado una entrada de un bloguero que comenta lo que yo comparto: la prensa actual está sufriendo las consecuencias de la crisis y tal y como marcan las leyes del mercado no le queda más remedio que venderse al mejor postor. En ella nos quedan los artículos de opinión quiero creer son lo más parecido a un blog personal independiente dentro de un periódico. La opinión independiente y libre es lo que creo que necesitamos en estos momentos. Sin embargo también es cierto que no existe control alguno sobre la información publicada en los blogs, pero a estas alturas, como comentaba Levy, quien está más desinformado, el que lee la prensa o el que no?
Yo creo que la respuesta está en las redes de confianza que vamos tejiendo y que serán el futuro de nuestra sociedad. O eso espero. Por ello sigo animando a los líderes de mi opinión, a Paloma en la morada verde, a Gonzalo Fanjul, a Irene Milleiro, gente que cree y que actua, aunque de vez en cuando se asusten por no ver luz al final del túnel. Haberla hay la, como las meigas.
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