viernes, 4 de julio de 2008

Cuando Muriel se convirtió en una estrella

Una vez viví reflejada en un mar azul,
Era mar dulce, divino, suave y chovino
Un mar republicano que surgió el día del alzamiento,
un mar de contradicciones medidas,

Era un mar recurrente, constante, perseverante, protector
y demandante
de cariño, respeto, alegría, amor y más cariño.

Era mi mar.
Y me perseguía,
allá donde fuera, estaba él,
reflejando mi vida, interpretándola, colocándola.

El 3 de junio de 2008 mi mar se evaporó, casi de repente, casi sin avisar. Yo sabia que los mares pueden evaporarse, pero uno nunca está preparado.

Así que al principio buscaba el reflejo y encontraba abismo. El abismo es doloroso e incomprensible. No quiero abismo pensaba yo. Pero no podemos elegir estas cosas…

Y de repente pensé, “si se ha evaporado estará en el aire, en una nube, o puede que incluso más arriba, más allá de nuestra atmósfera, quizás se haya convertido en una estrella”.

Y cerré los ojos. Y le vi. Ahí estaba mi mar, mirándome sonriente. Y entonces lo entendí todo.

Mi mar vive en mí,
en el aire que respiro,
en las estrellas que miro.

Y cuando me duele el abismo cierro los ojos, respiro hondo y ahí está,
mi mar.


Como ahora es etéreo todavía no controlo mucho la sensación de vacío pero estoy más tranquila sabiendo que sólo se trata de un cambio de estado.

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