miércoles, 9 de julio de 2008

La crisis

Ya he comentado varias veces que los temas económicos no me interesan demasiado, sobre todo porque no los entiendo muy bien. La economía me ha resultado siempre una ciencia abstracta donde los valores son ficticios y la especulación permanente. Soy ingeniero y eso se nota.


En los tiempos que corren yo tengo claro que estamos en crisis, sin embargo, no tengo claras las causas de la misma ni las posibles soluciones. Intento informarme, pero de nuevo, no entiendo bien, no me siento cómoda.


Sin embargo ayer un grande me ilumino sobre el tema con un maravilloso artículo de opinión. El grande no es otro que Santiago Carrillo, que demostró en su artículo porque es un grande. Es curioso como tanto él como Fraga no dejan de maravillarme… son la prueba viviente de que los tiempos han cambiando y de que la genialidad perdura en aquellos que son capaces de adaptarse, reinventarse y avanzar.

No es que Carrillo aportara grandes datos económicos que me permitieran entender lo que está pasando. Santiago presentó el problema desde un ángulo que entiendo, y comparto a través de mi experiencia internacional. Lo que dice tiene todo el sentido. Habla de ciclos económicos mundiales y largos, habla de medidas económicas nacionales, habla de la diferencia entre políticas de izquierdas y de derechas. Y todo lo que dice tiene mucho sentido para mí.

Quizás el articulo de Santiago Carrillo me gusta porque dice cosas que yo necesito oír y simplifica problemas que de otro modo yo no entiendo bien.

Si alguno de vosotros se siente fuerte para abrir un debate sobre este tema…

Os dejo con el artículo de Santiago:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/debate/crisis/elpepiopi/20080708elpepiopi_5/Tes

1 comentario:

Andoni Hidalgo dijo...

Hola Lucila,

Ya que animas al debate, entre en él, aunque no en el tema principal. Me sorprende lo que dices de Fraga y de Carrillo. Más concretamente, me deja pasmado tu mención a la "capacidad de adaptarse, reinventarse y avanzar" de estos sujetos.
Pasemos por alto por el momento a Carrillo. Tuvo sus responsabilidades, pero nunca mandó realmente. Hablemos de Fraga. El sí tuvo la sartén por el mango. Fue nada menos que Ministro de Información y Turismo entre 1962 y 1969. Y no de cualquier Gobierno, sino de una Dictadura. Dictadura que –más allá del nombre, y aunque las ha habido peores y más sanguinarias en el mundo- ejerció de tal, no solamente con la negación de libertad para el pueblo que Gobernaban, con todo lo que ello supone, sino con detenciones, condenas a muerte y ejecuciones. Algunas de ellas en los últimos años, cuando estaba ya bastante claro (entre otras cosas, por ese “contexto internacional” del que hablas), que sus días estaban contados.
Más adelante, una vez muerto Franco pero no su régimen, Fraga tuvo –y tiene, puesto que aún no ha pagado por ellas- responsabilidades como Ministro de la Gobernación en sucesos como los de Montejurra y Vitoria (te envío un link de una fuente poco sospechosa de subversión, Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Sucesos_de_Vitoria_(1976) ).
Si te he entendido bien, afirmas que este individuo se haya “adaptado” a la democracia. Pero yo lo llamaría de otro modo. Se ha “acomodado” para seguir mandando y no bajarse del coche oficial en el que lleva viajando desde 1962. Es obvio que no seguiría ahí si jurara fidelidad a lis principios del Movimiento, como hizo en el 62. Faltaría más. Ahí sí que te reconozco que ha habido una “adaptación”. Pero los hechos –y sus palabras, por ejemplo aquella lindeza de “el franquismo ha sentado las bases para una España con más orden”- demuestran que este tipejo se ha “reinventado” de una forma bastante curiosa, sin asumir jamás las responsabilidades que tuvo en una Dictadura, y sin la vergüenza torera de quitarse de en medio cuando las cosas cambian.
Que siga ahí como Presidente honorífico del PP, allá ellos con sus principios. Pero que perdure en la memoria como ejemplo de alguien capaz de reinventarse me parece una broma macabra.
Un saludo y adelante con el blog. Ya debatiremos más y mejor. Besotes, A.