El FIB es una palabra que me persigue desde hace varios años. El FIB fue un antes y un después en mi vida, cuando en el año 1992 fui por primera a Festival de Benicassim. El Festival me marcó tanto que pocos años después ya trabajaba para la organización del Festival como directora de proyectos europeos.
Con el paso del tiempo el FIB cambió y yo también y después de mi última colaboración con el Festival a través del proyecto Unpop Classik yo tenía claro que a mi vida le sobraban y le faltaban muchas cosas.
Así fue como pasé del FIB a la FIB, del Festival Internacional de Benicassim a la búsqueda de
Con mi santo emprendí un viaje de 4 meses al sureste asiático, que cambió mi vida para siempre, como aquel festival del año 1992. Confirmé lo que ya sabía, que se necesita mucho menos de lo que pensamos para ser mucho más felices de lo que imaginamos. Aprendí tanto y viví tan intensamente que me costó mucho volver a sentirme en casa tras el regreso.
Desde entonces he trabajado en mi FIB, sin saberlo. He ido rechazando ciertas opciones y priorizando otras y el resultado es que mi FIB es la mayor desde que tengo uso de razón, y eso que considero que siempre he sido muy feliz.
Y estando en este punto el otro día me encontré leyendo un precioso artículo de El País semanal sobre Bután el país que según mi querido José Esquinas es el más feliz del mundo. El reino que quiso medir la Felicidad presenta todo lo que es y quiere ser este pequeño país tan lleno de sabiduría. Y comparo lo que leo con lo que quiero y me doy cuenta de que en Butan llevan 36 años aplicando una serie de criterios vitales que ahora son mi día a día.
Y gracias a que para mi es más importante la FIB que el PIB, soy más feliz que rica y tengo la impresión de que no hago más que crecer, en todos los sentidos.
Parafraseando a Pablo Guimón: “El verdadero desarrollo de una sociedad, defienden, tiene lugar cuando los avances en lo material y en lo espiritual se complementan y se refuerzan uno a otro. Cada paso de una sociedad debe valorarse en función no sólo de su rendimiento económico, sino de si conduce o no a la felicidad.”
Pues eso amigos, de todo esto quedaros con algo que seguro que os sirve.
Os dejo con Luis Armstrong y su canción “Is that you Santa Claus”… es que ya estamos casi en Navidad.
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