martes, 1 de diciembre de 2009

Hay luz al final del tunel

He tenido una de esas “semanus horribilis” y creí que no volvería a ver la luz al final del túnel. Además de pequeños a problemas de tipo doméstico, he tenido que enfrentarme a grandes dudas editoriales para el blog: ¿a que jugoso tema dedicar mi entrada de esta semana?

Pensé en el proyecto de Ley de Economía Sostenible… pero no he conseguido encontrarlo para poder leérmelo y poder opinar con propiedad. No creo que el pequeño resumen de Moncloa y la rudimentaria presentación de power point que se debería titular “proyecto de Ley de Economía sostenible para Dummies” sean suficientes para hacerse una idea con cierto criterio…bueno digamos que rezuma demagogia por todos los lados y que, como apuntan varios expertos en la materia, el proyecto debería llamarse de otro modo, pero claro, no quería tan bien. En cualquier caso, no he encontrado en todo el power point de presidencia ninguna información que me sorprendiera gratamente, es más en mi ignorancia creí que muchas de las medidas propuestas ya se estaban llevando a cabo, pero insisto soy ignorante.

También evoqué la posibilidad de llenarme de valor y hablar del aborto. Pero me resulta difícil tratar este tema aunque lo tengo muy claro. Concretaré, tengo muy claro mi perspectiva socio-política del tema sin embargo no sería capaz de entrar en un debate emocional-espiritual-ético, por llamarlo de algún modo. De modo que para ahorrarme polémicas os remito al maravilloso resumen que mí a veces tan admirado Enrique Gil Calvo publicaba ayer en un artículo trilogía del El País.

Efectivamente, los tiempos han cambiado y al final lo único que yo personalmente le pido a la ley del aborto es que permita que aquellas personas que quieran abortar lo puedan hacer con seguridad, sea cual sea su nivel económico o social. Porque lo que no puede ser es que si eres rico, puedas abortar con seguridad porque te puedas pagar un billete a una clínica privada de París o Londres y si eres pobre tengas que arriesgar tu vida en un taller clandestino. Al final no he podido evitarlo… polémica servida.

Pero bueno, finalmente ayer vi la luz al leer a Nacho Torreblanca, del que sin duda un día de estos amigos, montaré un club de fans. Diplomacia de hierro se titula su contundente columna de ayer en la que explora sin complacencias la sorprendente (cuanto menos) política exterior de nuestro gobierno. A todo lo expuesto por Nacho yo añadiría el detalle de que nuestro Ministerio de Exteriores siempre podrá responder que sí que ayuda a los opositores de los regímenes, a través de fondos de ayuda al desarrollo. No tengo datos que lo prueben pero mi experiencia me dice que seguro que lo hacen. Como ya viví yo con Darfur, cuando, inmersa en una campaña en contra del régimen de Sudan, una persona de exteriores me explico que ellos no iban a presionar políticamente a los genocidas pero que estaban dando millones de euros para mantener los campos de refugiados… pues que bien.

En realidad, pensándolo bien, todo va en el sentido de la corriente, quiero decir que lo que nuestro gobierno hace con su política exterior es lo mismo que hace con todas sus demás políticas. No existe un objetivo concreto, no existe una coherencia ética o ideológica. Solo existen medios e imagen… acciones huecas que están creando un agujero negro.

Y esto no es solo en España. Se puede mirar más allá. Ejemplo es Lula, mi tocayo, y sus últimos devaneos con ciertos dictadores, aquí no os perdáis esta columna de Moisés Naim

Y os preguntaréis después de esto si existe realmente luz al final del túnel. Bueno yo creo que si, creo que hay toda una clase pensante que denuncia las incongruencias, quiere un cambio y propone soluciones. Estan los periodistas que he mencionado entre otros. Estoy yo, modestamente a través de mi blog y mi trabajo, y otros muchos bloggeros, como por ejemplo, un tal Pablo Benavides que me he encontrado hoy en Google. Con él os dejo, no dejéis de visitar su maravillosa página, merece la pena mil veces:

“Creo firmemente que descubriremos el fuego por segunda vez en la historia de la civilización humana. Salvo que, esta vez, la chispa vendrá desde nuestro interior” Debashis Chatterjee

Yo también.

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