Estaba leyendo El Mundo y he caído sobre un artículo sobre un hombre que se suicida porque no ve la luz al final del túnel. Y he sentido una congoja que se ha sumado a la sensación tremendamente fuerte que arrastro desde que asistiera ayer a la presentación de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente en el CONAMA. De nuevo, los ojos llenos de lágrimas y unas ganas locas de expulsar a base de gritos o golpes el peso que la injusticia y el desequilibrio de la vida imprimen en mi pecho… que toston de tía que soy.
Y es que ayer Odile, hija de Felix, volvió con ese mensaje que estoy escuchando de forma reiterada todo el rato: hay que cambiar, somos muchos los que estamos por dicho cambio, hay que reformularlo todo. Y señores, cuando los estoy oyendo me digo a mi misma “que privilegio formar parte de esto” pero de repente en algún momento, las palabras de mi madre resuenan en mi cabeza y se vuelven contra mis instintos “el progreso es lo mejor”.
Mi madre se refiere al progreso que ella entiende por tal, que es en gran parte el progreso que los indígenas de America latina acusan de ser el gran mal de nuestra civilización.
Y yo me quiebro. Es como si tuviera que renunciar a todo lo que soy para rehacerme. Es más, en realidad, no es"como si” mas bien ES ASI, tengo que rehacerme, que reinventarme, y eso es tremendo, como dice mi admirado Pepe Esquinas, enfrentarte con lo que eres, tal y como eres, y a mucha honra ¿no?
Lo ideal sería tener la certeza de que lo que elijo lo hago de motu propio con conocimiento de causa y no guiada por una mano oscura… "que paranoica" pensaran algunos. No, creo que el haber sido mano oscura alguna vez hace que no me fíe de las informaciones que me llegan. O quizás soy simplemente una miedosa disfrazada de audaz.
En cualquier caso, entre luces y sombras, tengo claro lo que me llena y lo que me desinfla. Me llena pensar que el mundo puede cambiar a base de amor. Me desinfla pensar que el progreso es dinero o consumo. Me gusta comer langosta pero solo en el cumpleaños de mi madre. Mas langosta me sentaría mal, y no lo digo por decir, ya me pasó en Cuba.
Ayer durante las conferencias pensé que todo el mundo debería asistir a encuentros de este tipo, igual que pienso que todo el mundo debería ver los videos del canal de youtube espiritualidaduv, viajar a un país en vías de desarrollo (por llamarlos de algún modo) o trabajar como voluntario para una ONG. Porque son experiencias que enriquecen, ayudan a crecer como persona y nos permitirían acelerar la iluminación de la sociedad de la que habla Jordi Pigem.
Que todo esto tiene que cambiar es una certeza que tengo, porque, estamos usando el privilegio único, de la vida en este mundo, de un modo irresponsable y mezquino. Y además, como dice Esquinas, carente de toda inteligencia.
Como ya os deje el vídeo de Pepe en la entrada anterior y no me quiero repetir, os dejo con el video de los indios… no es comparable con encontrarse con ellos pero da una idea de todo lo que pueden aportar, infinito.
1 comentario:
Aunque suene mal decirlo, Lula, al leer tus palabras me siento consolada. Si, me consuela saber que no soy la única que tiene dudas...que no soy la única que quiere cambiar y sin embargo, me cuesta...
Pero vamos por el buen camino...
pasito a pasito...
Un beso.
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