jueves, 16 de abril de 2009

Muy personal

Hoy debería hablar del aparente euroescepticismo de nuestro país que tanto a sorprendido a nuestros perspicaces medios de comunicación (1). Debería hablar de ello porque se supone que debería tener muchas cosas que decir al respeto.
Sin embargo, paso. Si, si, paso total. No me apetece hacer apología del europeismo hoy, quizás mañana a lo Señorita Escarlata.

Hoy necesito hablar de esta mañana, cuando en el tren se me ha llenado los ojos de lágrimas. En la parada de El Pozo, a dos minutos exactos de reloj de la estación de Atocha, se ha subido un espectro de los que ya casi no se ven. Una imagen semisolida, un pretensión humana, el ascua de un alma, sin dientes, sin pelo y sin mirada. “Una moneda para un trozo de pan, por favor”. No he sido capaz de levantar la cabeza cuando ha llegado a mi asiento. No he podido mirarle a la cara. He hundido los ojos en mi “Kafka on the Shore” y me he hecho la loca. Cuando ha pasado de largo he levantado temerosa la vista para ver como se desvanecía a través de la puerta al final del vagón. Y de repente he pensado que el espectro del Pozo antes fue una niña y una chica, seguramente con una familia, fue un proyecto de vida que en un cierto punto se truncó por un proyecto de muerte. Y mis ojos se han llenado de lágrimas por esa muerta viviente, y por todos aquellos que como ella no han sido capaces de soportar la parte más cruda de la vida para disfrutar de la parte más bella. Ayer se lo dije a mi Santo: “lo más bello que tenemos es por norma general lo que más nos ha costado conseguir”. Como decía mi mentor Daniel Gueguen: “Il faut se battre tous les jours”, hay que pegarse todos los días. Y así es.

Hoy también he visto a un mariachi, con su gorro, sus pantalones negros llenos de tachuelas plateadas, su chaquetilla torera con ribetillo a juego con las tachuelas, sus botas de vaquero, su guitarra panzona. Estaba en la estación de metro de Príncipe de Vergara. Era pelirrojo. Sudaba como un pollo. Enfrente de él, apoyado en una esquina, medio escondido, o por lo menos intentando pasar desapercibido, un amigo suyo de rasgos indios. La sonrisa del amigo llena de bondad, cariño y de orgullo me han encogido el alma. Que valientes me han parecido, tan lejos de su país, luchando como pueden por sobrevivir a nuestra crisis que tan poco les quiere.

Y así, emocionada, he llegado a casa un poco confundida y con la convicción de que tengo que hacer algo para cambiar el mundo, mi mundo, el de Elías, el de mi santo, el de Kay Thwe Aye, el del espectro y el del mariachi… este pensamiento recurrente que me lleva invadiendo varios meses y se está enquistando en mi alma.

(1) La abstención amenaza el futuro europeo. El Pais. ANDREU MISSÉ - Bruselas - 16/04/2009
http://www.elpais.com/articulo/internacional/abstencion/amenaza/futuro/europeo/elpepuint/20090416elpepiint_1/Tes

1 comentario:

rmowak dijo...

gracias!
aunque me duela lo del euroescepticismo -y me duele porque no es más que un reflejo de que hay que cambiar el mundo, nuestro mundo- me parece que yo tampoco lo habría considerado después de tus encuentros del día.
decía gracias porque casi pude sentir la mirada del amigo, y me carga de energía y sonrisa para el día de hoy.
me apunto a cambiar el mundo, me apunto a mirarlo con bondad y cariño, me apuntaré a mirarlo con orgullo. no era un quiste, es una semilla. y lo mejor, leyendo el post y respirando esa misma inquietud durante meses, creo que ya hemos empezado a cambiarlo.